martes, 12 de marzo de 2013

cOMETAS eN eL cIELO


La otra noche me comentaba un amigo tras enseñarle la foto del cometa que estos días surca nuestro cielo (finalmente parece ser que era la estela de un avión) ... "para esto has subido al terrado???".

En este caso, he de reconocer que el tamaño del cometa es ínfimo y a través de un telescopio/prismáticos podría distinguirse a duras penas la cabeza y la cola. En vista de esto, a qué tanto interés y tanto revuelo. La respuesta creo que hay que buscarla en la historia y en el conocimiento que tenemos del Universo.

Históricamente los cometas han llamado nuestra antención desde tiempos inmemorables. Fue un cometa el que aterrorizó a los romanos durante los funerales de JulioCesar y fue un cometa también el que anunció la llegada del Mesías, según explica la tradición. Al parecer estos dos cometas fueron muy brillantes y fácilmente visibles en el cielo. En esa época el movimiento de la Luna, de las estrellas y de los planetas en el cielo estaban ya estudiados y calculados, no hay más que ver el mecanismo de Antiquera... pero la presencia de los cometas rompía todos los esquemas del orden celestial. Su aparición siempre era imprevista.

Desde la aparición de los telescopios, estos objetos han captado la atención de los astrónomos, y fue el propio CharlesMessier quien recopiló la lista de objetos observables a simple vista o con pequeños telescopios para ayudar a astrónomos a no confundirlos con cometas.

Hoy en día, la mayoría de cometas están ya monitorizados, y cuando aparece uno nuevo a los días la red de astrónomos aficionados ya ha calculado su trayectoria, el brillo que tendrá y cuándo se acercará más al sol. Por eso, creo que la fascinación que provocan hoy en día tiene más que ver con el carácter de visitantes inesperados que tienen.

Los cometas son inmensas rocas de hielo y polvo que fueron expulsados del sistema solar durante la primera etapa de formación de los planetas hace más de 4000 millones de años (se calcula que han pasado unos 13000 millones de años desde el BigBang). En aquellos convulsos momentos las fuerzas gravitatorias expulsaron estos pequeños cuerpos de la misma manera que una piedra atada a una cuerda sale disparada cuando la soltamos tras hacerla rotar con la mano. Todo ese material primigenio fue a parar a una región en los confines del Sistema Solar llamada la Nube de Oort y se extiende más allá de la órbita de Plutón y llega hasta 1 año luz del Sol... para hacernos una idea de la distancia, las sondas Voyager lanzadas en 1977 han recorrido 1/10 de la distancia que nos separa de la Nube de Oort, y se calcula que una vez entre, tardará unos 14,000 años en salir de ella... y la estrella más cercana, Próxima Centauri, está a unos 4 años luz. Si imaginarámos esa nube de Oort como una sandia, todos los planetas del Sistema Solar cabrían dentro de una pepita que estuviera en el corazón de la sandía. Así en esa nube permanencen estables esas inmensas rocas de hielo durante millones de años, hasta que una pequeña inestabilidad gravitatoria (el estallido de una estrella cercana, el movimiento del Sistema Solar al rededor de la Galaxia) los hace caer en los dominios del Sol, y hasta él se precipitan en un camino que puede llevarles desde las decenas de años (como el cometa Haley de 75 años de período) a miles de años (como el cometa Hale-Boop).

El agua que tenemos en la Tierra se cree que provino del bombardeo masivo de estos cometas en las primeras etapas de formación del planeta. Sin ellos la Tierra sería un árido planeta no muy diferente de Mercurio. Los científicos también tienen mucho interés en los cometas, pues se consideran como parte de las piezas con las que se hizo el puzzle del Sistema Solar.

Conforme el cometa se acerca a los dominios del Sol, el hielo se funde, se evapora y forma lo que conocemos como la cola del cometa (blanca), que va dejando a lo largo de su trayectoria. También hay una segunda cola (azul), formada por el material arrancado por el Viento Solar y que lógicamente está siempre en dirección opuesta al Sol. De los restos abandonados por el cometa a su paso se forman las lluvias de estrellas, como las famosas Perseidas de Agosto (o lágrimas de SanLorenzo), creadas por la cola del cometa Swift-Turttle.


Todo esto es lo que me fascina de los cometas, ese viaje desde los confines de nuestro sistema solar hasta nuestras inmediaciones. Un día partieron, cuando aquí todavía ni siquiera sabíamos hacer fuego o aún no habíamos inventado la imprenta y hoy llaman a nuestra puerta sin aviso previo. Merece la pena perder un rato para verlo por unos prismáticos o por el telescopio, qué mejor manera de recibir a un invitado. Me impresionó el gran tamaño que tuvo el cometa HaleBoop en 1995 y una de las imágenes más bonitas que he visto con el telescopio es la bola de gas del cometa McNaugh... que vi junto con Coco tras perdernos en busca del Montseny (a ver si haces un cómic). Qué frío pasamos!

Espero que os haya resultado interesante e instructiva la lectura.

EDICIÓN 16/03/2013: He ilustrado el artículo con una foto que hice del cometa ayer de 3" de exposición, ISO200 y f/6.3 con el zoom de la Olympus OMD a 100m (equivalente de 35mm).

6 comentarios:

Baterpruf dijo...

Por supuesto PPi, nos estás instruyendo a base de bien. :D

JJ dijo...

estelar

Albert dijo...

Muy interesante, a la par que, como dice bater, instructivo. Me pensaré el cómic :-)

F. dijo...

Grande Manel

PPi dijo...

Un vídeo del paso del Panstarrs al rededor del Sol desde la sonda Stereo:
STEREO

y la foto más bonita del PanStarrs que he visto hasta ahora:

APOD

Albert dijo...

Muy guapa la foto