lunes, 24 de diciembre de 2012

Kathmandu

Tras una odisea de casi 48 horas de vuelos y esperas en aeropuertos de lo más pintorescos (lo de Mumbai es para dedicarle una entrada monográfica...) por fin llegamos a la capital de Nepal. Es curioso comparar los distintos controles de seguridad que tuvimos que pasar a lo largo del trayecto. Mientras que en Londres casi le hacen radiografías a tu libro electrónico, en Mumbai se preocupan porque tu equipaje de mano lleve una tarjetita escrita por ti y en Kathmandu les basta con que les expliques que lo que notan raro en el cinturón que no te han obligado a quitarte es el dinero en efectivo que llevas para el viaje. Lo mismo pasa con las indicaciones: los carteles están tan claros como equivocados. Tiene gracia ver lo inútil que resulta un sistema informatizado de gestión de aeropuertos, con sus paneles de horarios y sus monitores sobre las puertas, cuando el propio personal lo ignora. En vez de cumplir con el plan o ajustar el sistema, se dedican a pasearse por el aeropuerto anunciando a gritos la próxima salida. Y como te fíes de los monitores y no les prestes atención a los voceros, te puedes quedar en tierra!

Thamel es el barrio turístico de Kathmandu. Llevábamos una semana discutiendo sobre cuál sería la mejor forma de afrontar el jet-lag, pero cuando salimos a dar un paseo tras la cena descubrimos que había una especie de festival con actuaciones en los bares del barrio, así que decidimos que lo mejor sería tomarse unas cervezas para coger el sueño. En uno de estos garitos conocimos a uno de Santa Coloma (qué pequeño es el mundo...) que, como era de esperar, nos dio una serie de buenos consejos para ahorrarnos algunos de los sablazos que les pegan a los guiris.

La primera mañana en Kathmandu la dedicamos a conseguir todos los papeles para el trekking. Hay que rellenar varios formularios, pagar varias tasas y esperar varias horas a que el funcionario de turno te atienda, te rechace la primera solicitud y cuando finalmente te la acepte y te cobre, se haga el loco con el cambio. Como con todo en Nepal, paciencia y buen humor. Por algo no paran de repetirnos el manido lema de una de sus campañas de turismo: Never End Peace And Love (NEPAL).


Saliendo de la oficina de turismo, quisimos ir paseando hasta el famoso templo de los monos (Swayambhunath). Sólo diré que el 'paseo' nos llevó varias horas, primero intentando ubicarnos en unas  avenidas con miles de coches, motos, bicis, triciclos, perros, vacas, etc y después intentando avanzar por callejuelas con millones de personas, motos, bicis, triciclos, perros, vacas, etc. Una risa. Por el camino descubrimos una estación de autobuses realmente curiosa, varias plazas con templos, estatuillas de piedra con ofrendas e incienso en las calles. El templo está en lo alto de una 'montañita' y está coronado por una estupa grandiosa. Las escaleras de acceso no son aptas para cardiacos!

Para completar el día, nos planteamos hacer las obligatorias visitas a las dos Durbar Square: la de Kathmandu y la de Patan. La primera nos quedaba de paso hacia la segunda, que esta algo lejos de Thamel. Los templos y palacios de la primera son indescriptibles y eso que nos habían dicho que la más espectacular era la de Patan. Y con entusiasmo renovado continuamos el paseo pero como era de esperar, nos perdimos de camino a Patan y se nos hizo de noche. Así que con la mitad de la faena hecha, nos tocó descubrir el camino de vuelta, adivinando zanjas, sorteando cables de la luz que cuelgan a poco más de metro y medio del suelo, etc. Además, algunos de nuestros puntos de referencia se habían visto alterados (por ejemplo, resulta que por la noche la estación de autobuses se convierte en mercadillo, que en muchos templos y estatuillas se encienden velas junto al incienso). Y la aventura aun no había empezado!

2 comentarios:

Baterpruf dijo...

Muy buenas entradas! Y encima te sirven de diario para así no olvidar los detalles.

PPi dijo...

Desde luegonas vacaciones muy a la aventura. Muy buena entrada.