"No hay mayor pena que ser ciego en Granada"... cuenta la tradición que está escrito en los muros de la Alhambra. Yo añadiría que es peor aún no tener una cámara de fotos en París. Bueno, para esos momentos está el móvil y una buena composición. Estaba comiéndome un sandwich a la salida del museo cuando vi esta composición que hubiera hecho las delicias de DanBrown. No tenía trípode para mi Olympus, así que la única posibilidad era sacar el móvil y encuadrar la Luna Llena en el sitio justo... bonita, no? Ayer hice la segunda visita al Louvre y disfruté como un enano con los cuadros de Delacroix, David, Gericault, Ingres y un desconocido para mí Picot, que tiene un cuadro de gran belleza llamado "L'amour et Psyche" de 1817. Tuve la oportunidad de ver también Raphaeles, DaVincis y los Murillo y Goya, estos 4, para mí maestros en la expresión que transmiten los rostros de sus personajes.
Bueno, sigo dando vueltas por París, y hoy le tocaba el turno al museo de Orsay... pero por la huelga de transporte estaba cerrado (debe haber relación). Pero París es una ciudad con recursos y un paseo por el vecino barrio de StGermain me llevó hasta la Plaza del Odeón, recorriendo calles de gran elegancia y encanto, repletas de detalles, como estos muñecos de plomo.
De ahí el título de este Post. En cualquier rincón te encuentras una obra magistral, el aroma del perfume de una parisina o el sonido de un saxofonista callejero que retumba en los pórticos exteriores de un Palacio.
Detalle del decorado de la estación de Metro de Concorde. |
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