Frío, ciencia, misterio y tortilla de patatas. Éstas fueron unas pocas de las cosas que se dieron cita el pasado sábado en la Conrería. Al estilo de las sociedades geográficas del siglo pasado, exploramos el mejor lugar para el campo base, encontrándo una abertura del sotobosque que permitía desplegar el telescopio, la mesa, a la vez que resguardarnos del viento frío que subía por la ladera de poniente de la colina.
La tortilla de patatas, el plato de pasta y el café dieron paso al avistamiento en sí y per se. Por nuestros ojos desfilaron la nebulosa de Orión, el árbol de Navidad, el cluster de la colmena y el Señor de los Anillo, Saturno. Éste ya lo vimos de prisa, pues el frío estaba empezando a hacer mella en los expedicionarios que no encontraban consuelo bajo una improvisada batamanta. Un mejor calzado y pantalones nos esperan para la próxima vez.
La nota de misterio la aportó un coche que se acercó, pero tras un concierto de puertas abiertas y cerradas vimos que venían a lo que venían... falsa alarma y tranquilidad sólo turbada por Oriol que cual marimanta iba y venía al campo base.
Las cordenadas quedaron marcadas en el GPS para la próxima ocasión.